La comunidad científica ha vuelto a dar la voz de alarma sobre una enfermedad descubierta en la India y que han denominado gripe del tomate. Esta afección parece contagiarse principalmente entre niños menores de 5 años y no pone en peligro la vida de los pequeños.
Según publicaba The Lancet, aunque la enfermedad tenga síntomas compatibles con el COVID, no esta relacionada con el SARS-CoV-2. De hecho, los primeros indicios apuntan a que podría ser una secuela del chikungunya o del dengue en los niños.
Otra de las opciones que se baraja es que se trate de una nueva variante del virus de manos, pies y boca, una enfermedad infecciosa común que afecta sobre todo a los niños de 1 a 5 años y a los adultos inmunodeprimidos, y en algunos casos, incluso a inmunocompetentes.
Al tratarse de una infección vírica, el contagio suele producirse por contacto estrecho. Los principales pacientes son niños, que también podrían enfermar por el uso de pañales, tocar superficies sucias o llevarse cosas directamente a la boca.
A pesar de que por el momento se trate de una infección principalmente pediátrica, las autoridades sanitarias han advertido del peligro de que acabe afectando a adultos ya que, como cualquier gripe, es muy contagiosa. Por ello, han recomendado como precaución el aislamiento de las personas contagiadas durante 5-7 días desde la aparición de los síntomas, así como evitar que el niño infectado comparta juguetes, ropa o alimentos con otros niños no infectados.
Los síntomas que más se han observado en niños contagiados por la gripe del tomate son muy semejantes a los del chikungunya: fiebre alta, erupciones cutáneas y dolor intenso en las articulaciones.
Asimismo, uno de sus efectos más reconocibles son unas ampollas rojas y dolorosas que aparecen en todo el cuerpo que se agrandan gradualmente hasta alcanzar el tamaño de un tomate. Estas ampollas se asemejan a las observadas con el virus de la viruela del mono en individuos jóvenes y han dado el nombre a la enfermedad
También presenta otros síntomas habituales en las infecciones víricas, tales como fatiga, náuseas, vómitos, diarrea, fiebre, deshidratación, hinchazón de las articulaciones y dolores corporales. Cuando un niño acudía al centro de salud con alguno de estos síntomas se le hacía una prueba molecular y serológica para diagnosticar dengue, chikungunya, virus del zika, virus de la varicela-zóster y herpes. Una vez descartadas estas infecciones víricas, se confirmaba la contracción del virus del tomate.
Actualmente no existe un tratamiento específico para esta enfermedad, aunque el reposicionamiento de fármacos y la vacunación son los abordajes más eficaces.