Sabio guariqueño: José Francisco Torrealba González
Sabio guariqueño: José Francisco Torrealba González
REGIONAL | 17 DE ENE .2023
Diario La Antena

Nace en junio de 1896 en un lugar campesino aledaño a Santa María de Ipire, nororiente guariqueño. Su padre, Tereso Torrealba, mayordomo del hato "San Roque"; su madre Ana María González, doméstica de ahí mismo. Entre las faenas del ordeño y becerrero estuvo la inquietud por el estudio en aquel niño extrovertido e inquieto que hizo sus primeras letras en colegios particulares de Santa María y San Diego de Cabrutica hasta el año el año 1906 cuando se va a Zaraza a cursar su bachillerato en el colegio federal San Gabriel donde adquiere el grado legal en 1917 para viajar a Caracas donde la UCV, después de cumplir al máximo los requisitos suficientes le otorgan el título de Médico con la mención Summa Cum Laude el año 1922-23.

Desde el año 23 al 43 ejerce su profesión entre Santa María y Zaraza donde además de aplicar sus conocimientos médicos, empezó la función científica al estudiar las endemias que azotaban a la atrasada y rural Venezuela y decide cambiar de ambiente y fija su residencia en San Juan De Los Morros donde, desde 1943 hasta su muerte -1973- en Caracas, instaló El Centro de Investigaciones sobre las parasitosis que observaba en su época de novicio; sobre todo, la temible chagásica que hacía estragos en la población rural del país. Producida por el Tripanosoma Cruzi y de difícil diagnóstico, impone, por primera vez en el mundo, la práctica del Xenodiagnóstico para descubrir el parásito en la sangre del afectado: usar el propio tripanosoma, al cultivarlo 8 días dentro del mismo individuo al que se le ha inoculado a través del vehículo o vector, el diabólico Chipo. El temible mal de Chagas, que así se llama lo producido por la acción infecciosa del Tripanosoma Cruzi, tuvo su férreo enemigo en la acción incansable del Dr. Torrealba, sabio en todos los sentidos pues produjo los antídotos para tratar y curar casi todas las endemias que diezmaban la población de nuestra rural patria. La mano y la palabra de este insigne guariqueño eran un bálsamo de hecho para el paciente que acudía a la consulta gratuita, no crematística, de este gran venezolano.

En este apretado resumen quiero llamar la atención a quienes habitamos en este terruño guariqueño para tener presente la grandeza de nuestros coterráneos y abrir espacios que den a conocer nuestros valores científicos y que no merecen el olvido.

Cortesía: José Ron